miércoles, 18 de mayo de 2011

Argentina: El Orgullo Vacío

Supongamos que el amor a la patria es sincero, porque hay gente que lo siente. O supongamos que, sin necesidad de ponernos nacionalistas, a uno le pase que adore su ciudad, su provincia, su circunstancia argentina, su ser de aquí, sus costumbres y sus amigos. Está todo bien. Es lindo sentir esas cosas, son partes de una actitud sana en la existencia: querer lo propio,disfrutarlo. De ese amor surgen las fuerzas afirmativas que permiten mejorar las situaciones que queremos mejorar.

Pero ahora viene la pregunta: ¿es necesario sostener a continuación la absurda idea de que la Argentina es un gran país? Veamos los hechos: aun teniendo grandes riquezas naturales no logramos eliminar la pobreza. Hemos crecido, hemos decrecido, hemos mejorado (y lo digo en serio, siendo la principal mejoría el hecho de que no tenemos ya violencia política, refiriendome a gobiernos que privan las libertades de sus indivuduos.) y, con todo, una gran parte de nuestros compatriotas continúa padeciendo miseria. No todos los chicos argentinos comen, ni tienen educación, ni tienen adecuados cuidados de salud. No todas las personas argentinas tienen trabajo, o saben trabajar. O quieren trabajar (existen todas las variables). ¿No basta este cuadro, verdadero de toda verdad, para concluir que no somos un gran país?

Los grandes países lo son por su capacidad para los grandes logros. De nada sirve decir que todos los chicos argentinos tienen derecho a la alimentación: hay que lograr darles de comer. Los grandes países lo logran. Su producción es enorme, hay dinero, recursos. Su capacidad de gestión es alta: saben generar planes asistenciales eficaces (contrariamente a lo que podemos creer con inocencia, los grandes países gastan más que nosotros en planes asistenciales y, además, los hacen mejor). Los grandes países, cuando encaran un trabajo social, no ven los objetivos desdibujados por conveniencias políticas o por corrupción, como nos pasa a nosotros. Los grandes países saben limitar la corrupción, el uso de lo público con fines privados. Los grandes países son capaces de desarrollar fuerzas de seguridad más eficaces, porque si bien en todas partes hay delincuentes no en todas se los hacen víctimas del sistema y se los quiere liberar del peso opresivo de la represión capitalista (verso campeón entre los versos posibles). Los grandes países no viven a las puteadas con sus políticos, porque las personas que los conforman, en vez de hacer el truco de quitarse responsabilizad disfrutando del encantador arte de la puteada continua y la meritoria decepción, se meten en los partidos y generan opciones de cambio. Los grandes países no rechazan a sus políticos, tienen mejores políticos. Los grandes países reinventan la política cuando lo sienten necesario, porque las personas que viven en ellos cuando ven aspectos en el gobierno que no les gustan, se meten en el tema para dar la batalla que supone el trabajo de mejorar.

Sí, claro, queda el recurso de la potencia y el sueño. La Argentina es un gran país por las cosas que podría lograr. Pero mientras no las logre, esa presunción es narcisismo barato, nacionalismo berreta. O peor: están los que piensan que la Argentina es un gran país porque hace muchos años vivió un notable momento de desarrollo. Sin embargo, los grandes países no tiran el desarrollo logrado con esfuerzo a la marchanta en una constante fiesta de demagogia y populismo. Los grandes países continúan el trabajo.

Tenemos que asumir el peso de la verdad: el nuestro no es un gran país. Sí, somos bastante inteligentes, lindos, encantadores, cancheros, talentosos? pero no tenemos un gran país. ¿Nos gustaría tenerlo? Muy bien. Es un buen objetivo. Además, alcanzable. Otros lo han logrado, ¿por qué nosotros no vamos a poder hacerlo? Hagamos lo necesario.

Una de las cosas necesarias es lo que propone este artículo: no cultivar un orgullo vacío, simbólico, un amor ideal y confundido. El amor por el país se muestra en trabajos concretos. Esa costumbre nuestra de amar mucho y no hacer nada no es amor, es blablablá. Ese simbolismo confunde, engaña, retrasa. Amar y estar a las puteadas no es amar. No tenemos derecho a vivir rechazando la política, tenemos que entrar en ella y mejorarla. Tenemos que crear un ambiente político en donde la sana competencia por el poder no genere constantes trabas en la gestión sensata. Tenemos que construir una política de creatividad y entendimiento, no una de confrontaciones y divismos, de incapacidades y disgustos constantes. Hay que hacerlo ahora, porque no sólo no somos un gran país, tampoco somos eternos. ¿Alguien quiere ayudar?

1 comentario:

Unknown dijo...

Creo que este problema se divide en dos partes. Primero está la cuestión de la idiosincrasia argentina, eso que se traduce en decir que somos cancheros, vivos, atorrantes. Confieso que es algo que me enorgullece. Saber que estamos adelantados en algo sobre el resto de la humanidad me hace sentir superior, al menos por un rato. Como todo, los extremos hacen mal y se tocan también. De vivo pasás a boludo en un segundo y ahí ya no quedamos tan bien a los ojos del mundo. Pero bueno, este artículo se trata de como nos vemos a nosotros mismos.
No creo que el orgullo pase por saber que fuimos potencia, me parece que obedece a ese sentimiento de superioridad que mencionaba antes.
Este país se hizo con inmigrantes, que laburaban de verdad, el resto vagueaba, rapiñaba, zafaba. Eso es lo que identifica al argentino puro y creo que a todos nos gusta un poco eso. "Que laburen los giles" es la frase de cabecera de varios y me incluyo ( aunque labure como un gil).
La segunda parte de la cuestión pasa por saber que en mucho de nuestra actualidad tienen que ver los intereses extranjeros. Es extenso hablar acá del porqué de las dictaduras en Latinoamérica, pero lo resumo diciendo que fueron programadas e impuestas por la elite que gobierna el mundo. Lo que se desprende como consecuencia de esa época todavía lo estamos viviendo y explica mucho porqué las cosas son así.
Corrupción hay en todos lados, el tema es que acá nos zarpamos mal. Pero las caretas se le están cayendo a varios políticos, en países que antes ni se pensaba que podían a llegar a estar mal. Y va a ser peor todavía, porque eso tiene que pasar para que venga la solución que tienen programada desde hace tanto tiempo.
Saludos y que siga la propuesta!