viernes, 8 de diciembre de 2006

Guerra al sistema

La vieja fórmula de los emperadores más corruptos del Imperio Romano sigue teniendo vigor merced a la democracia imperante. Basta un poco de pan y mucho circo, mucho espectáculo, cuanto más degradante mejor, para contentar a la plebe y que no se amotine. Los esclavos no tienen derechos y los patricios viven con un lujo insultante.
Para que un pueblo sea digno y dueño de sus propios destinos, debe ejercitar la virtud en alto grado. Familia, trabajo, religión, orden y ley, son los factores sustanciales de una sociedad bien constituida. Pero aquí llevamos un cuarto de siglo de degradación constante. Uno de los efectos maléficos del sufragio universal es que los políticos prometen tentaciones y vicios bajo capa de libertad. Sólo los restos de la sociedad moralmente sanos se inclinan por partidos conservadores, que bien pronto defraudarán su confianza y serán el vagón de cola de un tren que avanza hacia el túnel de la perversión arrastrado por la locomotora de la ambición personal de los poderosos de siempre. Cuantos se suben a ese tren terminan fatalmente pasando por ese túnel.
En ese túnel cavernario, lóbrego y siniestro, se contemplan escenas de pesadilla si se abren los ojos, que muchos prefieren mantenerlos cerrados. Ahí la matanza de criaturas inocentes antes de nacer por no usar un profiláctico o mas sencillamente la cabeza; ahí la perversión de la niñez y de la juventud, manchada su alma por la impiedad, el sexo fácil y la droga como evasión a una vida sin esperanza; ahí la delincuencia y la violencia; ahí la invasión de los bárbaros y la pérdida de la Patria. Voto a voto, metro a metro, hasta el desastre final.
Así que nadie vota a partidos que propugnan la moral, las buenas costumbres, la austeridad, la disciplina, el trabajo ni el sacrificio, que son los instrumentos del auténtico bienestar y de la felicidad humana. Los partidos han prometido y traído la facilidad para desentenderse de los compromisos contraídos con el pueblo, escudándose en fundaciones fraudulentas, privatizaciones con forma de negociados escandalosos para luego refugiarse en sus fueros y jugar a la escondida con el pueblo que les dio la legitimidad para hacerlo, han hecho la vista gorda con la droga; han legalizado formas de explotación laboral, próximas a la esclavitud, de forma que masas ingentes de extraños entren en la sociedad, sin importarles futuros enfrentamientos sociales ni la desintegración de las naciones.
Y el pueblo, embrutecido, emplebeyecido, gusta de todo eso como el puerco se refocila y come su propio vómito. Cuando reacciona no lo hace por motivos verdaderamente espirituales, por conversión, por aversión a una democracia putrefacta e inmoral; sino que lo hace buscando remedio a alguno de los males que se le hacen inaguantables. Forma piquetes contra los delincuentes organizado por delincuentes que aspiran a lo mismo, hace huelga cuando le van a despedir, o se organiza en forma de "cacelorazo" cuando les tocan el dinero que tienen en el banco para comprarse algún bien o simplemente tenerlo para aguantar en los malos tiempos. Pero no hay nada noble en ello; es puro egoísmo, aunque sea lícito en algunos casos.
Sin renunciar a arrancar parcelas de poder a nuestros enemigos, que sin duda son los políticos de toda clase y bandera, los empresarios enviciados de poder y ostentando impunidad total.
Los jóvenes deben prepararse para boicotear este sistema perverso que lo arrastra todo, hay que regionalizarse y mantenerse unidos inteligentemente. Saber ser agresivos pero sin recurrir a la violencia porque hay que ser consciente que el poder esta definidamente del lado enemigo y a la fuerza bruta seguirán ganando batallas. Hay que conseguir de todas formas que a los que les interesa mantener este sistema empiecen a sentirse incómodos, agredidos, perseguidos, escrachados. Que ni sus hijos puedan ir al colegio sin sentir vergüenza por sus padres. Es una guerra psicológica, fría, y muy duradera.
Llevara mucho tiempo quizás ni los jóvenes de hoy llegaran a ver el cambio pero no importa el sacrificio que cueste, deben crearse empresas e iniciativas privadas donde se viva sanamente, en conformidad con nuestros ideales: colegios, equipos deportivos, medios de comunicación, cooperativas y empresas de todo tipo, incluso espacios urbanos, sin caer en el gueto. Es necesario un tejido social fuerte y sano donde vivir y dar ejemplo de la posibilidad práctica de vivir estos ideales. Pero eso se logra cuando se está dispuesto de verdad a poner empeño, perseverancia, riesgo, sacrificio, estudio, amor, dinero y si es necesario la vida entera.
Leandro Amendolara (08-12-2006)