viernes, 9 de febrero de 2007

Colina abajo

Aveces creo estar corriendo en picada desde una colina con una pendiente demasiado pronunciada. Creo estar cometiendo el error de acelerar por completo la armoniosa y paralela velocidad en la que uno debe acompañar al tiempo.
Me encuentro peleado con mi creencia espiriutal hace muchísimos años. Y mas allá de haber tenido la convicción necesaria para hacerlo conscientemente y nunca haber sentido culpa de eso, siento que he abandonado una parte mas que sin duda ayuda ( imaginariamente o no) a mantener cierta paz con uno mismo y con la vida.
Y hoy acá, en esta isla que podrá ser quizás considerada una de las mas hermosas del mundo, donde quizás mucha gente se moriría por vivir, estoy confuso, tenso, desorientado, preocupado, nervioso, ansioso y sin duda he descompuesto en este tiempo la cadena lógica a la que mi vida quizás debería tener.
Creo que el desconcierto es muy grande. Pero creo también que he sido muy vulnerable. No por haber torcido o dejado torcer el camino cuando creía estar en la dirección correcta, no por haber hecho cosas sin la convicción necesaria, sino por no haber creído más en mí y en los que me rodean. Creer en uno mismo y fortalecerse sabiendo que las cosas pueden cambiar si uno esta dispuesto a que asi sea, afirmando y aceptando que las cosas en la vida siempre son muy costosas y todo a la larga o a la corta termina “pagándose solo”, quiera uno o no..
Debo conseguir armonizarme con la vida y conmigo mismo. Olvidar la ira, la ansiedad, el apuro, el acelere, que lo único que lleva es a tomar decisiones desesperadas que tienen la gran posibilidad de terminar arruinándolo todo. Y recordar siempre esa frase que dice “las cosas no suceden antes ni después, suceden cuando tienen que suceder”.
Esto no significa quedarse en un lugar con los ojos vendados, ni tampoco pretender cambiar realidades negativas, significa mas allá de las decisiones, recuperar la paz, la serenidad para poder continuar de la mejor manera, disfrutando de cada rincón del tiempo, que sin duda es uno solo, y no volverá nunca mas.
Poder detener la moto, bajarme y mirando hacia atrás preguntarme “¿hacia falta ir tan rápido sin disfrutar el camino?”. Y luego seguir hacia adelante caminando y creyendo que en cada paso hay una oportunidad a la que decido o no dejar pasar.

Leandro Amendolara (09-02-2007)