sábado, 26 de mayo de 2007

Dos dioses

Hay una pena que cala muy hondo en cualquier verdad a medias. Y es la posibilidad de que el otro pueda pensar libremente sobre que exista un problema más preocupante que el real.
En mi vida he sido siempre muy cauto con aquellas personas que encuentro por el camino ostentando virginidades: “yo nunca me drogué”, “yo nunca fui infiel”, “nunca me emborrache”, “nunca agredí”.etc.etc., son frases que me provocan mucha sospecha.
He pasado por muchas de las cosas que mucha gente no paso, y tuve la suerte de poder creer siempre en mi y en mis convicciones sobre el tipo de vida que considero mejor para mi. El estar sin miedo, de frente al pasado me ha permitido sacar conclusiones importantes.
Los caminos que parecen mas bonitos y prolijos, suelen arrastrar tras de si, los mas difíciles contratiempos futuros.
Me da mucha gracia la gente que se prohíbe hacer cosas en la vida, y suelen ser muchas veces las mas excluidas y menos sociales.
No estoy a favor de los excesos, pero no estoy en contra de los que viven una vida inmersa en escaparle a la vida. Creo que todos tenemos derecho de evadirnos de lo que queramos, cuando queramos. Y si suena anárquico y liberal, quizás será bajo los patrones de pensamientos institucionalizados que creen en las leyes, en la moral y ética impuesta por una sociedad y un mundo globalista que ya anuncia su fracaso desde hace décadas. Un mundo que acompaña los dos grandes flagelos y causantes de enfermedades seguidas de muerte en la humanidad: el alcohol y el tabaco. Seguro que quien cree que fumarse un porro es un delito quizás sea el que se consume un atado de cigarros por día sintiéndose el sonriente y coqueto modelo que le sonríe por televisión haciéndole sentir importante y que forma parte de una vida de placer sin perjuicios. No basta con vender el veneno anunciando que mata, si le permiten la producción, el marketing y la publicidad inductiva. Seguimos el juego de los poderosos que nos dominan nuestra salud y hasta nuestra propia duración de vida.
Nadie nos puede quitar el derecho de vivir como queramos, elegir una vida correcta y sin altibajos, o elegir una vida llena de turbulencias y agotamientos. De dar pasos en falso, de sufrir o de reírnos de todo.
Todos caemos alguna vez en el señalamiento y el prejuicio, pero vale mucho darse cuenta e intentar corregirse.
Con los años de vida que tengo, he llegado a identificar dos tipos de personas diferentes a las cuales llamo las “negativas” y las “positivas”. Las identifico cada vez más fácilmente.
La gente “positiva” es la que se acerca a uno intentando respetar la individualidad, las maneras de ser y la historia de uno. Son casi siempre gente sencilla, que no lleva en si, ni represiones ni ataduras, y suelen compartir los momentos de forma muy pasional y se interesan mucho por la vida del otro.
La gente “negativa”, no siempre es gente pesimista, amarga, ni siquiera mala o perversa, solo carecen de relatividad para poder acercarse a los demás. Son absolutistas. Evalúan todo desde su propio tribunal, donde prejuzga, juzga y condena a los demás que no encajan en su molde. Intentan involuntariamente cambiar su entorno, queriendo enseñar que el camino correcto es solo “su camino”.
Todos en el fondo, visiblemente claro o no, tenemos muy en claro como queremos vivir, el punto no es ese. El problema se nos plantea en contar con la fuerza necesaria y el oportunismo para conseguir vivir de la manera que mas queremos.
Dependiendo el rol que ocupe en tu vida, y de la personalidad de cada uno, se suele necesitar de vivir rodeado de polaridades diferentes.
Muchas veces estuve sin rumbo, y he encontrado gente “negativa” que me ha ayudado e incluso he aprendido mucho y lo mismo con gente “positiva”.
Es muy importante el rol de los padres para definir la polaridad de sus hijos, pero hay mucho que viene en uno mismo desde sus entrañas. Los padres pueden tener hijos de ambas polaridades.
Los padres cumplen un rol fundamental en la vida de sus hijos, pero mas allá de haberlos sabido orientar a como tomar decisiones en la vida, deben inculcarle el concepto de independencia y autosuficiencia. Porque de ahí surgen muchos ingresos para los psicólogos. Una persona que depende de alguien o de algo para ser feliz, es siempre un esclavo de su entorno. Sufren más por las alteraciones de su entorno que por lo que ellos mismos sienten o piensan.
Hay que tener mucho egoísmo sano para poder crecer en la vida sin conflictuarse con el entorno.
He tenido la suerte de tener padres como los que tengo. Es mas, me cuesta imaginar como es tener malos padres. Ellos sabiamente están presentes en mi vida de la mejor manera, y siempre han sabido dejarme equivocar. Lo que soy como persona, lo que siento se los debo a ellos. Pero tengo muy en claro que mi vida es mi responsabilidad, y cuando me equivoco no es por mi educación ni mi mal aprendizaje, es porque aposté a algo y lo quise así, y los resultados me devuelven datos que me enseñan y me hacen crecer. Cuando me equivoco y comento esos errores infernales como cualquiera, ahí aparecen ellos en mi mente y recuerdo aquellas cosas que ellos me enseñaron y que muchas veces me hubieran evitado caídas. Pero justamente el hecho de haberme enseñado a ser yo mismo, es lo que me ha quedado impregnado para siempre y que me acompaña en cada paso que doy.
Mis padres son dos dioses que disfruto en tierra, cada uno me aporto algo distinto pero fundamental. Muchas veces he pasado los limites que me han enseñado, he salido largos periodos por aquellas cosas que no eran aconsejadas por ellos, y aun así he aprendido de ellos, al vivir la vida y darme cuenta que es lo bueno o lo malo para mi.
Y siento esa constante libertad cuando tomo decisiones, cuando debo elegir entre un sin fin de posibilidades enredadas muchas veces entre emociones que dificultan la claridad.
Hay algo dentro en mí que me deja dormir tranquilo, y es saber que ya no me voy a morir sin haber sabido valorar la suerte que tuve y que tengo por tenerlos. Porque no basta todo el cariño del mundo para demostrar lo que siento por ellos.
Son mis únicos dioses, mi única religión.

Leandro Amendolara (26-05-07)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un relato muy desestructurado que deja pensando mucho.
Felicitaciones.

Carmen de Asuncion.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, te doy toda la razón y me identifico con tu parecer.

Anónimo dijo...

Cada quien es cada cual y sube las escaleras como quiere